Estaba rabioso. Había quedado con ella y ni siquiera una disculpa, una razón le dio para no haber acudido a la cita.
Se desnudó y abrió el grifo de la ducha. El agua comenzó a caer en el plato despidiéndo nubes de vapor. Se metió dentro y dejó que esta bajase por su rostro, borrando así la mueca de desilusión.
Se dejó llevar por el placer de la caricia caliente que le humedeció su cuerpo, llevandose sus pensamientos con ella. Allí estuvo un buen rato hasta que se quedó relajado.
Al salir, se cubrió con una toalla que ató a la cintura, salió del baño y se dirigió al dormitorio.
Cuando su mano pulsó el interruptor de la luz, miró hacia su cama y una mueca de asombro se reflejó en su rostro ; ella estaba allí desnuda bajo una blanca sabana y su silueta le dejó hipnotizado.
Le sonrió con esa mirada tan pícara que le volvía loco y en ese preciso momento, sintió como despertaba el deseo bajo la toalla.
Despacio, se fue acercando a la cama, sentándose en esta, mientras su rostro no perdía la sonrisa.
Con una mano tiró de la sábana haci atras, mientras con la otra, dejó deslizar su toalla hacia el suelo.
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