Al abrir los ojos, el semblante se le iluminó. Sintió como una corriente recorría su cuerpo.
Allí, recostada junto a él , piel con piel, el recuerdo del placer sentido unas horas antes, la hacía estremecer.
Por fin se había demostrado que no estaba muerta y que aún sentía como mujer.
Mientras él dormía relajadamente, ella cogió el tabaco y el mechero y encendió el primer cigarrillo de la mañana.
En el momento en el que quiso dar su primera calada, él le cogió la mano para que no lo acercara y le tapó la boca con la suya en un apasionado beso.
- ¿Prefieres el tabaco o mis labios?.
Apagando el cigarrillo , decidió que ya no le apetecía fumar...
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